Educación en el secundario: muchas materias y poco anclaje en la realidad

Propuestas: Una de las ideas para cambiar el secundario es discutir los modelos y las formas de evaluación (LaVoz/Archivo)

Una investigación de la UCC revela que la currícula es fragmentada y descontextualizada, que el modo de enseñar es vetusto y que se usa poco la tecnología.

 

Los estudiantes dicen: “La causa que influyen más en nuestra pérdida de motivación por el estudio es la cantidad de asignaturas con temas poco interesantes y de poca utilidad en la vida diaria, además de la permanencia de muchas horas en la escuela”.

Los docentes indican: “Son frecuentes en la escuela las prácticas curriculares con disciplinas aisladas y contenidos fragmentados”. Y las familias aseguran: “Los alumnos no tienen suficientes actividades prácticas que los acerquen a la realidad”.

Estas son algunas de las opiniones que recoge un estudio realizado por un equipo de investigación de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), dirigido por Horacio Ferreyra, con el auspicio de Unicef, acreditado ante la Secretaría de Investigación de la UCC y el Conicet.

¿Cuáles son los principales problemas de la educación secundaria que influyen en la calidad educativa? Y, ¿qué se puede hacer para mejorarla?

El trabajo indica que las causas, entre otras, estarían vinculadas a una currícula fragmentada y descontextualizada, con contenidos basados en supuestos, modos de enseñar vetustos y escasa utilización de la tecnología. El diagnóstico, las propuestas y las conclusiones se encuentran publicadas en el libro Calidad de la educación secundaria. La escuela posible como horizonte de expectativas .

Cómo estamos

Currícula fragmentada y desarticulada con muchas asignaturas por año, con una exigua carga horaria, en las que se evidencia ausencia o superposición de contenidos. Los diseños en los proyectos institucionales prevén estructuras homogéneas con escaso o nulo margen para modificaciones.

Descontextualización de la currícula en relación con la diversidad geográfica del país. Se apunta a que no sólo es necesario tener propuestas específicas para las zonas rurales, sino también atender la diversidad de los centros urbanos.

Contenidos. Con relación a la programación, selección y organización de los contenidos, persisten supuestos tales como que los chicos aprenden más “si ven muchos temas” o si “escriben todo en sus carpetas”. En este último caso, la oralidad se percibe, muchas veces, como “pérdida de tiempo”, “no estar haciendo nada” o que la clase está desorganizada. Otras ideas que subsisten son que en las actividades grupales se aprende poco y se dificulta la evaluación. También se dice que es necesario avanzar desde “lo más simple” a “lo más complejo”, lo que impide abordar la multidimensionalidad de conceptos, hechos, fenómenos, lenguajes, prácticas.

La selección de contenidos de escasa relevancia social y poco significativos para los estudiantes denota débil presencia de temáticas emergentes (sexualidad, adicciones, convivencia, ambiente, cultura vial, cooperativismo y mutualismo). “Tenemos dificultades para el trabajo por áreas, en detrimento del aprendizaje interdisciplinario”, plantea un profesor consultado. “Son muchas las asignaturas y excesiva la carga horaria, sobre todo en el ciclo superior”, sostiene otro.

Los estudiantes, por su parte, opinan: “Demasiadas materias en el ciclo superior no aseguran que aprendamos lo necesario para nuestro desempeño en un trabajo”. “No se tratan suficientemente o con la profundidad necesaria temas que nos preocupan a los adolescentes…”.

Por su parte, las familias creen que los contenidos “están alejados de la realidad y de los intereses” de los alumnos.

Uso de la tecnología. En las escuelas manifiestan que la brecha entre sectores sociales y entre generaciones en el acceso y el uso de las nuevas tecnologías impone nuevos modos de organización del tiempo y del espacio, de la forma de dar las clases y de relacionarse.

Modos de enseñar. Se mantienen y predominan los modos tradicionales de enseñar (estilos magistrales más orientados a transmitir que a compartir o producir, y a imponer más que a enseñar u orientar), hay débil o nula retroalimentación entre la teoría y la práctica; las estrategias didácticas están basadas más en lo hipertextual que en lo iconográfico, “lo que marca una distancia cultural entre profesores y estudiantes”.

 

Ver nota original de La Voz del Interior